LA PAZ Y LOS HORRORES DE LA GUERRA

César Valera Baeza
 

La vocación de los gobiernos nacionales y de la ONU sigue siendo bélica y se impone institucionalmente en el hambre y pobreza mundial… y cuando se presenta con las armas de manera perversa ¡reaccionamos! Nada que pasa en el mundo nos es ajeno, es decir de alguna manera somos responsables y cómplices de todo. 

¿Qué estrategia de unidad de pueblos, qué leyes, qué inteligencia, bien, fortaleza, qué bondad, qué amor, qué ternura, qué valor, respeto nos está haciendo falta como “civilización humana” para que vuelva repetirse otro genocidio como el de Palestina? 

Pero ese es sólo el más visible, son cientos de conflictos bélicos al que asistimos en este presente, Nigeria….México…Por supuesto que los responsables estructurales conllevan un alto grado de perversidad y crueldad, por lo que los millones que la padecen y los que nos oponemos a esta dinámica hemos de trabajar intensamente desde la propia vida personal hasta el más alto nivel político. 

Recuerdo a un Nobel que decía que la única diferencia actual entre los animales y los humanos no es ni la inteligencia, ni el alma, sino la estupidez, pues somos la única especie capaz de asesinar a su propia especie. 

Que no sea necesario despertar cuando la sangre de niños, mujeres y ancianos, miles de inocentes nos griten soy tú, ¡tú mismo! 
Ojala que llueva sobre las armas un hielo que las congele para siempre y caiga una profunda y amorosa solidaridad en todos los corazones y conciencias que fertilicen una nueva y más corresponsable era de trabajo cotidiano por la justicia cuyo más grande fruto será la paz. 

Nos urge parar estos conflictos asesinos pero aun más generar condiciones estructurales mundiales, locales y personales contra toda violencia de dominación, contra la absurda tendencia de la competencia y el vació del alma que genera el mercado que fetichiza todo…

Hay muchas experiencias, luchas y personas anónimas y casi invisibles que están trabajando en este camino, es desde adentro y vinculándonos con todos los pueblos como podemos fortalecernos y deshacer la necrofilia del poder neoliberal que apesta a cadáver y que vamos ir enterrando si renacemos personal y socialmente como humanidad…las acciones son impelentes, la actitud es fundamental. Paz que es justicia, reconocer al otro como igual en derechos, preferir compartir que acumular, ver el bien personal cuando procuro el bien del otro y aun más el bien común. Fortalecer la cordialidad, el placer de dar, de sentirnos incluidos todos, esa riqueza humana que si existe en las relaciones de los sencillos, los humildes, los solidarios…Ahí está el poder, el placer y en esa necesaria utopía de un mundo donde la risa sea de todos o de nadie. Nos urge construir condiciones de justicia en la cotidianidad personal y política. 

Mérida (Mexico), 25/6/2014
 
 
 
 

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